Cuando hablamos de Dinastías a más de uno/a se nos viene a la cabeza la familia Carrington, con esa malísima Joan Colins y la cándida Linda Evas, en un culebrón ochentero que nos hizo flipar con tanta mala baba y tanto glamour, pero que hizo mucho daño en el inconsciente colectivo asociando el término "dinastía" a un puñado de ricos haciéndose la puñeta para hacerse con el dinero y las propiedades familiares. Pues bien, en Egipto también cocían habas, no os lo voy a negar, aunque cuando hablamos de Dinastías en el Antiguo Egipto no está necesariamente ligado a la idea de familia... Vamos a ver porqué...
Como sabéis la Historia de Egipto se ha clasificado en varios períodos, con una cronología muy controvertida y continuamente puesta en cuestión, que engloban hasta XXX dinastías, más los gobernantes que hubo en el Período Ptolemaico y en Epoca de dominación romana. A continuación os detallo la clasificación que hace Ian Shaw en Historia Oxford del Antiguo Egipto, mi libro de cabecera, para que tengáis una referencia temporal:
- Dinástico Temprano (h. 3000-2686 a.C.): Dinastías I-II.
- Reino Antiguo (2686-2125 a.C.): Dinastías III-VIII.
- Primer Período Intermedio (2160-2055 a.C.): Dinastías IX-XI.
- Reino Medio (2055-1650 a.C.): Dinastías XI-XIV.
- Segundo Período Intermedio (1650- 1550 a.C.): Dinastías XV-XVII.
- Reino Nuevo (1550-1069 a.C.): Dinastía XVIII.
- Período Ramésida (1295-1069 a.C.): Dinastías XIX-XX.
- Tercer Período Intermedio (1069-664 a.C.): Dinastías XXI-XXV.
- Baja Epoca (664-332 a.C.): Dinastías XXVI- XXX.
- Período Ptolemaico (332-30 a.C.)
- Período Romano (30 a.C.-395 d.C.)
Se lo tedioso que supone estudiar cronologías y más cuando, según el libro que leas, pueden variar los años de cada período en varios siglos incluso, pero no deja de ser interesante ver en qué momento nos movemos y, sobre todo, si se ponen en relación con otros países y otras culturas, cosa que me parece de lo más sugerente y curioso, y que haré próximamente en otro post. Pero volviendo al tema que nos ocupa, ¿de dónde salen estas Dinastías?
Hay varias fuentes que están ayudando a los expertos a configurar un cierto orden en estos más de 3000 años de Historia, pero sin duda la más famosa es la de Manetón, un sacerdote egipcio del siglo III a.C. que hace una recopilación de reyes que ha llegado a nosotros a través de autores posteriores como Flavio Josefo o Julio Africano. También es muy importante la aportación del conocido como Canon de Turín, un papiro del siglo XIII a.C. que coincide bastante con Manetón. Y junto a estos, las llamadas listas reales, estelas funerarias, registros astrológicos, etc, etc, han ido conformando un largo listado de gobernantes que aparecen agrupados en Dinastías. Sin embargo, como dije al principio, en muchas ocasiones, poco o nada tenía que ver con el parentesco familiar; dentro de una Dinastía podía haber parentesco familiar, o no, y cuando había un cambio de Dinastía, podía haber un cambio de familia, o no... más bien diría que no era algo fundamental... había otros factores más relevantes que el linaje y la consanguinidad que provocaban un cambio de Dinastía, como podía ser el traslado de la capital o el cambio en las creencias religiosas. Vamos a analizar Dinastía por Dinastía, las posibles causas del cambio.
Tal y como expliqué en ¿Qué había antes de los faraones?, al final de época Nagada, también conocida como Dinastía 0, el centro de desarrollo se había trasladado del Sur (Nagada) al Norte (Menfis), apareciendo una unidad política en torno a la figura del dios-rey por primera vez en la historia de Egipto; este fue Narmer o Nemes (según Manetón), quien parece ser que logró unificar el Alto y el Bajo Egipto. Por lo tanto, durante la Dinastía I el centro de poder estaba en el Norte y se estaba gestando un poder fuertemente centralizado proveniente del Sur.
El paso a la Dinastía II pudo suponer una asimilación definitiva de esta nueva forma de gobierno y de organización social, lo que por si sólo justifica un cambio lo suficientemente importante. Sin embargo, estamos todavía en un momento algo oscuro arqueológicamente hablando, ya que todavía se ha descubierto muy poco y no hay pruebas que nos hablen de que hubiera algo más reseñable en este Dinástico Temprano, aunque parece que hubo un importante cambio en el culto funerario, que desaparece prácticamente por completo de Abydos, que era el centro de culto funerario más importante hasta ahora, y parece que hay pruebas de su traslado a la zona de Sakkara. Hay que esperar futuros hallazgos arqueológicos... ya lo veremos.
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Serekh de Khasekhemuy |
Para el paso a la Dinastía III, no puedo dejar todavía la anterior Dinastía, pues hay algo que no puedo pasar por alto y que a mí particularmente me ha fascinado desde que lo leí (tened en cuenta que soy muy rarita). En esa necrópolis de Abydos que os comentaba antes, se encuentran las tumbas de los dos últimos reyes de la Dinastía II, Peribsen y Khasekhemuy; pues bien, en la tumba de Peribsen se encontró su nombre en un serekh (representación estilizada de un edificio que contiene el nombre del rey) coronado por un chacal, el animal del dios Seth, en lugar del halcón de Horus, como era lo normal, mientras que el serekh de Khasekhemuy tiene los dos, el chacal y el halcón... no os da qué pensar??? Es más que posible que al final de esta Dinastía se viviera un fuerte conflicto religioso, político o ambos, que fuese apaciguado finalmente por Khasekhemuy, quien asimiló en su persona los símbolos de dos de los dioses más importantes de la mitología egipcia que (casualmente???) protagonizan el mito del conflicto por excelencia. El mito de Seth y Horus lo explico en mi post Horus y Ra, ni es lo mismo ni es igual. ¿Fue este mito un reflejo de una realidad histórica? Ahí lo dejo. Además de este posible fin de un importante conflicto, que pudo tener repercusiones en todos los ámbitos de la vida, si por algo se caracteriza la Dinastía III es por el cambio en el paradigma de la tumba, ya que es el momento en que comienzan las grandes construcciones en piedra, las pirámides, cuyo ejemplo más conocido es la pirámide escalonada de Djoser. |
Reconstrucción de las pirámides de Gizeh |
En la Dinastía IV, volvemos a encontrar un cambio sustancial en el culto funerario, con la pirámide como modelo plenamente aceptado, pero ahora completado con todo un ideario en torno al dios Ra: orientación este-oeste, templo en la cara este, calzada de acceso con un templo en el valle, etc. Todo el aparato ritual y devocional que generó este cada vez más importante culto al rey-dios, necesitaría de cambios profundos desde el punto de vista político, económico y social que pudieran sustentarlo. No tenéis más que investigar un poco sobre las famosas pirámides de Gizah y todo lo que las rodea, para daros cuenta que fue una inversión tan estratosférica que nuestras hipotecas, que nos parecen faraónicas, se quedan en calderilla.
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Reconstrucción del templo solar de Nyuserra, en abusir |
Para explicar el cambio a la Dinastía V tenemos la suerte de contar con el Papiro Westcar, donde se recoge una historia "mágica" que vino a reafirmar el gobierno de los 3 primeros reyes de la Dinastía, Userkaf, Sahura y Neferirkara, donde se revelan hijos del mismísimo Ra y de una sacerdotisa. Lo que si es un hecho innegable, es que se produce un desarrollo sin igual en torno al culto al dios Ra, multiplicándose los templos en su honor por todo Egipto. Es en esta época donde aparecen los obeliscos, se dice que como representación de los rayos del sol.
Para la Dinastía VI es fundamental tener el cuenta el Papiro de Turín, ya que sabemos que su clasificación se basa principalmente en el cambio de residencia real y de capital y, además, coincide con Manetón. Es muy posible que Unas (último rey de la Dinastía V) y Teti (primer rey de la Dinastía VI) fueran suegro y yerno respectivamente, con lo que la línea de consanguinidad seguiría en la figura de la esposa real y su descendencia; sin embargo, haciendo caso del Canon de Turín, observamos que aparece una nueva ciudad-capital cercana a la pirámide de Teti, Djet-isut, en detrimento de la primera capital fundada en la Dinastía I, al sur de la moderna El Cairo y llamada Muro Blanco o Ineb-hedj, aunque con Pepi I también parece que la capitalidad se desplazó a Menfis (nombre que proviene del nombre griego de Pepi I, Mennefer).
Para terminar con el Reino Antiguo, las divisiones dinásticas de Manetón son difíciles de explicar. Solo podemos asegurar que, las Dinastías VII y VIII, viven momentos de crisis ideológica debido al declive de la figura del rey y su idea de estado unificado.
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Mentuhotep II |
Así comienza el Primer Período Intermedio, con la desaparición de los reyes menfitas y el
cambio de la residencia real a Heracleópolis Magna, al menos durante las
Dinastías IX y X.
El poder está fragmentado entre los diferentes gobernantes locales, al igual que el culto a los dioses, lo que además se traduce en un declive de la cultura faraónica y un mayor desarrollo de la cultura de las capas más bajas de la sociedad.
La Dinastía XI comienza dentro del Primer Período Intermedio, con Mentuhotep y varios Intef, que gorbiernan todavía desde Tebas, hasta que Mentuhotep II vuelve a centrar el poder en la figura del rey, restringiendo el de los nomarcas que habían dividido el país, y reunifica de nuevo Egipto.
Con la Dinastía XII vemos claramente aquello que os decía de que el cambio de Dinastía no estaba ligada necesariamente a la familia, ya que el rey que encabeza la lista de ésta, Amenenhat I (Ammenemes) fue posiblemente un visir de Mentuhotep II, "favorecido por los dioses" y con gran apoyo del pueblo y del ejército. Gracias a dos milagros que sucedieron durante su expedición al Wadi Hammamat, además de "La profecía de Neferti", se reafirma su ascenso al poder absoluto. Amenenhat cambia la capital de Tebas a Itjawy, en Fayum.
Al final del Reino Medio, con las Dinastías XIII y XIV, comienza una larga lista de reyes efímeros, de linajes diferentes y que, posiblemente, conviven en el tiempo durante ambas Dinastías. Se sigue manteniendo Itjawy como capital, hasta que Nehesy, un alto funcionario, asume categoría de rey y proclama capital del Delta occidental la ciudad de Xois.
Y así llegamos al Segundo Período Intermedio, otra época de inestabilidad y desunión en todo el valle del Nilo, con una manifiesta rivalidad entre el Alto y el Bajo Egipto, que desemboca en la famosa batalla entre Tebas y Avaris y divide la Dinastía XV, con soberanos hyksos, y la Dinastía XVI (contemporáneos a la Dinastía XV) y XVII, con soberanos tebanos, conviviendo ambos en un momento en el que los valores militares determinaban el liderazgo.
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Akhenaton |
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Hatshepsut |
En la
Dinastía XVIII nos enfrentamos a una gran cantidad de soberanos y acontecimientos que bien podrían haber sido protagonistas de diferentes dinastías, sin embargo, inexplicablemente, todos se engloban en una sóla, una de las más ricas e interesantes según mi opinión. Todo comienza con la
reunificación de Egipto bajo el reinado de Ahmose, hecho éste lo suficientemente importante como para justificar el comienzo de esta Dinastía sino fuera porque, durante los más de 500 años que dura, la capital cambia varias veces, hay sustanciales modificaciones en la religión y en los cultos a los dioses y al faraón y hay protagonistas tan sumamente significativos y rompedores como el mismísimo Amenhotep IV, más conocido como Akenatón, o mi admiradísima Hatshepsut. El único motivo que justifica que toda la amalgaba de reyes, reinas y acontecimientos estén unificados bajo una única Dinastía es que hay una
continuidad familiar, de consanguinidad, muy fuerte.
Pero de nuevo se romperá esta sucesión familiar del poder con la figura de Horemheb, militar de enorme importancia y regente del joven Tutankamón, que gobernó durante los últimos años de la Dinastía XVIII y nombró su sucesor a Ramsés I (Paranessu), primer faráon ramésida de la Dinastía XIX. Toda esta dinastía va a estar legitimada en base al dios Seth como antepasado y, aunque empieza con militares, prácticamente toda la Dinastía XX estará formada por descendientes de Ramsés III. Además, parece ser que en el paso de la Dinastía XIX a la XX, "fuerzas del exterior" intentaron hacerse con el poder durante un corto período de tiempo, hasta que Sethnakht (fijaros cómo se legitima incluyendo en su propio nombre al dios) restableció de nuevo el orden.
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Ramsés II es bendecido por Seth y Horus, en el templo de Abu Simbel |
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Triada de Osorkon II |
Con el Tercer Período Intermedio los egiptólogos se encuentran con el enorme problema de que no existe ninguna lista real que incluya de las
Dinastías XXI a la XXV, teniendo sólo como guía a Manetón. Los cambios de una Dinastía a otra son muchos y muy variados, aunque es difícil concretar en cada una de ellas por la falta de fuentes fidedignas, pero en general es un período de importantes cambios en todos los aspectos, con un gobierno descentralizado, dividido en varios centros locales de poder, y un flujo permanente de no egipcios, sobre todo libios y nubios, que iba cambiando el perfil poblacional continuamente. De esta manera, las Dinastías se solapan unas a otras, debido a la existencia de dos soberanos diferentes en el norte y en el sur, estando la Dinastía XXV protagonizada por reyes nubios.
Y llegamos finalmente a la Baja Época. A grandes rasgos, tenemos un cambio de capital hacia el oeste del Delta, en Sais, por lo que la Dinastía XXVI es más conocida como "Dinastía saíta"; la Dinastía XXVII, es más conocida por ser la correspondiente a la "Primera ocupación persa"; durante la Dinastía XXVIII y primera mitad de la Dinastía XXX, se dió un largo período de independecia egipcia; y finalmente, la segunda mitad de la Dinastía XXX, Egipto vivió su "Segunda ocupación persa".
Los períodos ptolemaico y romano no contemplan dinastías, sino una simple sucesión de gobernantes que, al menos durante la ocupación griega, quisieron asimilar el rol de faraón, continuando con toda su parafernalia política y religiosa... pero eso ya es otro tema y este post ya se ha alargado demasiado...
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Serpiente Apep, en griego Apofis |