Junto
a la necesidad de expresión de su mundo interior, también existe una Frida
comprometida con el mundo que la rodea. Estamos acostumbrados a ver cómo la artista plasmaba en sus dibujos y lienzos sus angustias personales, su malograda salud, su soledad, su tristeza; pero tras esas obras se esconden preocupaciones mucho más universales que abarcan desde la política (defendiendo el comunismo frente al imperialismo estadounidense) hasta el feminismo (no como ideología, sino como divulgadora de temas de mujeres y para mujeres).
El artista como ser político, debía estar
siempre alerta ante los sucesos que lo rodeaban y responder con su trabajo,
es decir, implicarse de la mejor forma que sabía con una realidad siempre
plagada de hechos denunciables, ya fuera algo que afectara a un país entero o
algo más particular que afectara a una única persona, a la mujer en este caso;
se puede decir que Frida es una de las primeras artistas del siglo XX en
plasmar el drama de la violencia de género, término éste muy actual, pero que
esconde una realidad de siglos de existencia. “Unos cuantos piquetitos” (1935),
se basa en una notica que Frida leyó en un periódico local: una mujer había
sido asesinada por celos y en su defensa el hombre declaró “sólo fueron unos
cuantos piquetitos”. El impacto por la crueldad implícita en estas palabras hizo
que, una vez más, la ira fuera vehículo para su pintura. La sangre es la
auténtica protagonista del cuadro, que incluso invade el marco, lo que
cuantitativamente se opone a la leyenda escrita encima de la escena. Pero si
brutal y atroz parece esta imagen, mucho más inhumano y sádico es el dibujo
preparatorio, donde se representa al hijo de la mujer, que fue testigo del
asesinato; podemos suponer que su decisión de eliminarlo de la obra definitiva responde
al hecho de que ya había sido un suceso lo
suficientemente espantoso como para añadir más morbo y se limitó a hacer
hincapié en la crueldad de las palabras del hombre.
Maravilloso post
ResponderEliminarGracias Erika :)
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