Para quien no lo conozca, Luis Feito es una de las figuras señeras del panorama artístíco contemporáneo, fundador del grupo "El Paso" y un artista valiente y comprometido con su arte en una época complicada como fue el franquismo. Si la abstracción es apenas comprendida en nuestros días, en la España de mediados de siglo era una auténtica desconocida para el gran público, en su mayoría faltos de una educación adecuada, pero sobre todo más preocupados por qué llevarse a la boca que por los nuevos aires en el mundillo artístico... mentalidad que seguimos arrastrando.
La obra que me gustaría compartir aquí tiene un título poco evocador, típico de obras no figurativas que sólo necesitan un número para su registro documental, y que nos da la pista de que no debemos mirar con los ojos de la razón sino dejarnos llevar por la espiritualidad que emana del lienzo. Suele ser tarea complicada, lo sé, pero en este caso sólo es necesario dejarse invadir por la luz que estalla en esa profunda oscuridad, una luz que se hace materia al mezclar óleo y arena, equilibrando una composición que en un principio se nos presenta caótica, pero en su contemplación se armoniza a nuestros ojos y, sobre todo, a nuestro espíritu. Para Feito, la pintura no tenía porqué representar ni simbolizar nada, sólo despertar emociones en el espectador... Arte en estado puro.
