En este blog aparecen algunas imágenes que encuentro por internet que,normalmente, son acompañadas del nombre de su creador. Sólo intento transmitir mi amor por el Arte, pero si alguien no quiere que aparezcan sus imágenes aquí sólo tiene que decírmelo e inmediatamente serán retiradas.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Ya era hora: recuerdo de mi viaje a Egipto

Estaba aquí matando el tiempo de mi último día de vacaciones, donde me permito el lujo de perder algo de tiempo en pensar banalidades y en empezar cosas que nunca acabaré, como es costumbre en mí (la peor costumbre que tengo en mi opinión), pensando en todo este 2020 tan anormal en todos los sentidos, y recordando mi última escapada viajera a Bilbao, allá por el mes de febrero, cuando ya se empezaba a tener al coronavirus hasta en el sopa, pero no lo suficiente como para evitar que viajáramos por placer... aunque sólo dos semanas después estábamos ya confinados... 

Sala de Richard Serra
Pues estaba recreándome en una visita mental por el Guggenheim y sus alrededores, recordando las sensaciones que tuve al ver el edificio de F. Gehry, buscando todas las perspectivas que podía y que parecían no tener fin, como ocurría con la enorme sala dedicada a Richard Serra, cuyas piezas ya por sí solas sorprenden por su magnitud, aunque no fue menos sorpresa la que experimenté recorriéndolas por dentro y por fuera, porque no sabes si son esculturas o arquitecturas, pero lo que sí te das cuenta enseguida es que son auténticas máquinas temporales/espaciales donde pierdes la noción del tiempo y el espacio como si te engulleran y te escupieran en otra dimensión... simplemente hay que experimentarlo...

Y, recreándome en este pensamiento, inevitablemente me trasladé a Egipto y a sus pirámides, donde tuve la misma sensación de enormidad desde que las ví desde lejos, asomando entre los altísimos edificios de El Cairo, e igualmente perdí la noción de tiempo y espacio conforme iba adentrándome en la Gran Pirámide de Keops... Y entonces he caído en la cuenta de que... no he hecho ninguna entrada sobre mi viaje a Egipto!!! Un viaje incansablemente pedido a los Reyes Magos, a los Hados, a Horus, al calvo de la lotería de Navidad... el viaje de mis sueños... 

¿Por qué no he escrito nada sobre El Viaje? Hace ya año y medio que visité buena parte de "Kemet" y pisé "Deshret", navegué por el Nilo y me perdí (literal) en el famoso Museo de El Cairo. Pues, después de madurarlo durante todo este tiempo, voy a confesarlo de una vez por todas... me decepcionó. Me duele reconocerlo no sabéis cómo, pero fue así. 

Conforme trascurrían los días e iba visitando más y más sitios, la sensación que me quedaba al final del día, además de un enorme cansancio por lo apretado de los horarios y lo poco que nos dejaban dormir, era que no estaba siendo lo que esperaba. Pero, ¿qué esperaba? Era un viaje tan ansiado, tan imaginado, tan leído y estudiado, tan deseado, que las expectativas estaban demasiado altas y, sólo si me hubiera topado con el mismísimo Tutankamón, hubiera sentido que estaba en mi Egipto soñado. Visité todos los sitios emblemáticos del antiguo Egipto, desde Luxor hasta Asuán, desde el Valle de los Reyes hasta el Templo de Philae, y vi en vivo y en directo todo lo que había visto mil veces en fotografías. Precisamente por eso el factor sorpresa estaba totalmente ausente en mí y asistía, en parte un poco celosa, a las ostentaciones de asombro que hacían mis compañeros de viaje.

Lo qué si me sorprendió, y mucho, fue el crucero por el Nilo, que acepté resignada por ser la manera más fácil de trasladarnos de un lugar a otro, aunque tuviera que ceñirme a un itinerario previamente preconcebido y, tengo que reconocerlo, necesario para poder viajar a este país. Pensaba que el tiempo que iba a pasar en el crucero sería tiempo perdido, malgastado, y sin embargo las horas que pasé en cubierta han resultado ser las más inolvidables; subíamos contracorriente río arriba, por lo que la navegación era relativamente lenta, y permitía ir admirando el paisaje cambiante, ahora verde, ahora amarillo, ahora la nada, ahora el todo, animales, seres humanos, aves, vacas, niños bañándose, un hombre arando el humedal, una pequeña choza, un poblado con un alto minarete... precisamente al pasar por estos pequeños pueblos, con uno o varios minaretes, la atmósfera se tornaba mágica cuando, entre esa luz tan especial que ilumina las riberas del Nilo, se colaba la llamada del almuédano y sus oraciones resonaban en la lejanía como voces antiguas, haciendo que todos los viajeros de aquel crucero automáticamente guardáramos silencio sobrecogidos... era pura magia.

Del mismo modo que he leído una y otra vez sobre esos maravillosos templos que salpican todo el valle, también había leído sobre la maravillosa experiencia de navegar por el Nilo, pero por muchas fotografías que veas, tienes que vivirlo. Y a pesar del sentimiento de decepción que me traje de "el viaje de mis sueños", no tengo ninguna duda que tengo que volver a surcar las tranquilas aguas de Happi.