No... no es igual el cielo aquí que en otro lugar, porque el reflejo que devuelve al ser proyectado sobre edificios, fábricas, coches, humo, le confiere un gris tristón que lo apaga y ensombrece los pocos arcoiris que el cemento deja entrever entre las azoteas.
No... no es igual ni el cielo ni nada, porque tu no eres el mismo en otro lugar... Aquí anhelas estar allí y allí no necesitas el anhelo, si no es para escribir con nostalgia sobre lo que dejaste atrás. Allí te queda todo por descubrir, mientras olvidas lo conocido, hasta llegar al punto que incluso olvidas el leve sentimiento de culpa provocado por el egoismo de pensar en tí y sólo en tí, por una vez en la vida.
Te lo imaginas y te invade un sentimiento de paz y entusiasmo porque de un plumazo han desaparecido los problemas, las preocupaciones y las ataduras... las facturas interminables, la hipoteca esclavizadora, la corbata ahorcadora, el tráfico asfixiante, la relación estancada...
¿Te imaginas que no tuvieras que imaginarlo?
Dedicado a D.
Leonid Afremov Canal de Amsterdam |
Como siempre profundos pensamientos. Enhorabuena. Saludos
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