Egipto no es precisamente un país tranquilo... entre pacíficas piedras milenarias y mares de arena, bulle el descontento político que se ha prolongado durante demasiados años. Los conflictos son provocados, no por el pueblo, que los informativos nos muestran siempre exaltado y participando de una gran confusión, humo y gritos, sino por los habitantes de los despachos, que vemos siempre en un escenario pacífico y resguardado, en el interior de esos edificios coloniales y colonialistas, símbolos de la prepotencia que el uso del yugo ha dado al hombre, y ajenos al ruido de las calles de su país para el que, por cierto, trabajan.
Sin embargo, esta sordera consciente ha llevado a levantar más la voz y pedir un cambio estructural y coyuntural que lleve a la tranquilidad de los egipcios, sus arenas y sus piedras... y de paso a los que esperamos ansiosos el poder transitar sin miedo por sus calles y participar de su historia y su cultura, que va mucho más allá de conflictos políticos.
Entre noticias de secuestros de turistas, muertes de papas coptos e intervenciones de las fuerzas del "desorden", se encuentran otras como la devolución de 8 piezas faraónicas a su Egipto de origen, o el interés que "la Pepa" ha despertado para elaborar una auténtica Constitución, incluso el empleo de unas técnicas innovadoras para descifrar jeroglíficos que la Universidad de Jaén ha puesto en práctica... Una de cal y otra de arena como suele decirse. Egipto es un país con un pasado maravilloso esperando tener un futuro y debemos empezar a mirarlo sin miedo, porque el miedo aisla, sobre todo al que siente ese miedo...
Sin embargo, esta sordera consciente ha llevado a levantar más la voz y pedir un cambio estructural y coyuntural que lleve a la tranquilidad de los egipcios, sus arenas y sus piedras... y de paso a los que esperamos ansiosos el poder transitar sin miedo por sus calles y participar de su historia y su cultura, que va mucho más allá de conflictos políticos.
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