Su Historia arranca en el siglo VIII con la dominación musulmana, donde las crónicas le dan al pueblo el nombre de Gafiq y más tarde Gahete. Su apariencia de palacio-fortaleza data del siglo XV con Don Gutierrez de Sotomayor, tercer conde de Belalcázar. Imaginaos lo impresionante que tuvo que ser el edificio terminado que cambiaron el nombre del pueblo a Bel-Alcazar, o bello Alcázar.

Es de planta romboidal, con ocho torres en las esquinas coronadas por adarves y almenas ( en su mayoría caídas y esparcidas por el suelo).

Quedan restos en su perímetro exterior del foso que defendía esta fortaleza (si..si...como en las pelis...), ya de por sí practicamente inexpugnable, y una torre albarrana de tradición árabe donde pude hacer la cabra montesa como a mi me gusta (con la desinteresada ayuda de mi amigo Rafa, sin la que ahora mismo podría estar escribiendo esto desde el hospital ).
Tuvimos la suerte de encontrarnos un hueco por el que entrar al interior del castillo, al patio de armas, impresionante tengo que decir, pero por desgracia en muy mal estado de conservación. La Torre del Homenaje posee una pequeña escalera de caracol que sube hasta lo alto, pero sin iluminación de ninguna clase, asique con nuestro gozo en un pozo hemos aplazado la inspección de lo que parece el rincón más interesante de todo el conjunto, hasta el día que nos acordemos llevar una linterna con nosotros a estas "aventurillas" de Indianas Jones de pacotilla.No puedo dejar de mencionar lo que a mí me llenó de curiosidad y acercó mi alma de Historiadora del Arte a esa época bajomedieval. La magia que me transmiten esas máquinas del tiempo que son las piedras, se materializó en ellas mismas, a través de cientos de símbolos que siglo tras siglo siguen grabadas en cada una de ellas, como marcas de fábrica, marcas de las canteras de donde provenía cada bloque que contribuyó a erigir tan rotundo conjunto señorial. Aquí os muestro algunas de esas "marcas de fábrica".



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