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martes, 18 de octubre de 2011

LA OTRA CORDOBA

Hace meses que empezó el proyecto de difusión arqueológica "Arqueología somos todos", llevado a cabo por la Universidad de Córdoba en colaboración con la Gerencia Municipal de Urbanismo, pero todavía no había tenido ocasión de hacer ninguna de las rutas que ofertan a los cordobeses, de manera totalmente gratuita, para que conozcamos nuestra rica historia y seamos conscientes del valor de nuestro patrimonio material. Empecé por la ruta número 3, denominada "Félix Hernández", en honor del arquitecto y arqueólogo catalán que realizó una espléndida labor de restauración en nuestra Mezquita-Catedral y en Medina Azahara, durante la primera mitad del siglo XX, años en los que todavía estábamos en pañales en cuanto a conservación del patrimonio se refiere.

Esta ruta nos lleva a hacernos una idea de cómo sería la Córdoba extramuros en época romana, concretamente en su zona oriental. Para empezar, hay que imaginarse el fastuoso templo de Claudio Marcelo encaramado encima de la enorme muralla que protegía la ciudad, presidiendo una extensa plaza porticada, y justo al lado de una de las principales puertas, por la que entraba la famosa Vía Augusta. Esta puerta estaría hipotéticamente flanqueada por dos torres circulares, y digo hipotéticamente porque sólo se han encontrado restos de una de ellas y lo normal sería encontrarlas en pareja. En cualquier caso, el desnivel que aún hoy día mantiene el terreno y que sufrimos al subir por la calle de San Andrés, estaría salvado en el siglo II a.C. por una rampa desde esta terraza más inferior que correspondería al antiguo Convento de San Andrés y en la que se levantó el circo.

Pero lo que más me llama la atención de estas rutas, es que podemos acceder a restos arqueólogicos protegidos por el anonimato de viviendas y locales privados (no todos los que me gustaría) y que, parece ser, tienen la obligación de enseñarlos pero claro, si no sabemos que están ahí... en fín... pudimos adentrarnos en los sótanos del antiguo mercado de la Plaza de la Corredera, tan viva por fuera como por dentro, pues en el subsuelo es dónde se lleva a cabo el trabajo de los profesionales del proyecto divulgativo mencionado al principio... no me imagino mejor lugar para trabajar, rodeado de restos arqueológicos...

Lo más significativo de esta zona es el descubrimiento de lo que posiblemente serían unas termas, que recordemos estarían cercanas al circo y extramuros de la ciudad, cerca de la Vía Augusta alrededor de la cual se levantarían varias villas pertenecientes a ricos comerciantes. Se conserva bastante bien el piso de una de las piscinas que, por sus grandes dimensiones, deberia ser la de agua templada (tepidarium), pavimentada con un reticulatum que descansa sobre una capa de cal que evitaría perdidas de agua.

Otra parada sorprendente para mí fue en las cocheras del Sojo de la Ribera, donde nos encontramos un par de ejemplos de tabernae; parece ser que Corduba fue una ciudad portuaria (el puerto se encontraría aproximadamente a la altura del Alcalzar de los Reyes Cristianos) y como tal, la cercanía al río atraería a decenas de comerciantes que instalaron sus establecimientos a lo largo de la ribera, ofreciendo todo tipo de servicios: alojamiento, comida, enseres de todo tipo, "lupanares"...

Esto sólo es una pequeñísima muestra de lo que esconde Córdoba en sus sótanos y subsuelos, la mayoría ocultos por la privacidad de decenas de particulares, que guardan en el interior de sus viviendas un patrimonio que es de todos pero sólo ellos pueden disfrutar. Me conformaré con seguir haciendo estas rutas y empapándome con las explicaciones de los cicerones que sí han tenido la suerte de ver con sus propios ojos estas milenarias piedras.

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